TEATRO ANTÍPODA

sábado, 24 de septiembre de 2011


TEATRO DE FIJACIÓN: UNA MÁSCARA QUE OCULTA LA REALIDAD

Segunda Parte

Por: L. F.  Nikho
Los elementos que utiliza un “Teatro de Fijación” ponderan más y más en el desentendimiento de la realidad social y el público se abisma hacia la descarada incoherencia de un mundo sin motivación de cambio, que según la despistada observación de los que promulgan “el fijismo”, siempre es y siempre será el mismo.
El “Teatro de Fijación” simbólica quiere eternizarse y eternizar a un sistema de oscuridad y tinieblas, amparado en la no evolución y desconectado de la trascendencia científica; he ahí más que una forma de hacer teatro: una táctica de artimañas con la que algunos culposamente cumplen el derrotero del arte de las tablas, además una evidente falta de conocimiento de otros.
La ignorancia hace parte de todos nosotros, pero así mismo hay que decir sin ningún tapujo, que unos somos más ignorantes que otros.  Aunque existe un gran “pecado” (si es que se le puede llamar así) en muchos dramaturgos, teóricos, actores y demás que tengan que ver con el teatro: y es que su mismo afán de conocimiento les impide ver con claridad el tema que ellos mismos proponen y desafortunadamente sus sueños culminan en la servidumbre, postrados viviendo en la ignorancia y lo que es peor, alimentando la ignorancia de los demás.
La fijación sólo conduce a la pasividad; es claro que la actitud de un espectador no cambia en cuanto a su estado social después de una función, lo que ha visto, sólo es un concepto trabajado para entretener y nada más.  La cuestión social es en muchos casos malinterpretada y en algunos otros, manipulada para que se tome como ejemplo de verdadera propuesta y algo que es más grave todavía: al público se le dan respuestas definitivas, lo que implica la no necesaria búsqueda de soluciones a los problemas conflictivos de la lucha de clases o como mínimo, la no necesidad de preguntarse.
La fijación hace daño al teatro y al espectador, aunque el arte no es un trasformador de la realidad (directo), sí debe considerarse como una táctica que ayuda, tanto a la denuncia de la falsa realidad, como a nuevas propuestas que conduzcan (no que produzcan) a un accionar consecuente del espectador.
Por lo tanto, el teatro de fijación debe eliminarse y empezar a considerarse propuestas acordes a la realidad materialista dialéctica de la sociedad y que influyan conscientemente, tanto en el espectador, como en todos los que tienen que ver con la producción teatral.
 A partir de Brecht, empezamos a develar una propuesta nueva que traspasa toda “realidad subjetiva” y engañosa (sin desconocer los grandes avances y no menos importantes de Meyerhold y de Erwin Piscator); buscando estar más conectado con “la realidad subterránea” y llevando a la escena una nueva argumentación que se hace más lógica y consecuente.
Viene pues Brecht a la era científica a moldearnos un teatro vinculador y diferente, comprometido indiscutiblemente con la ciencia e iniciador de una u otra manera, del sepulcro del teatro de fijación.
Hay entonces, una esperanza muy grande para los oprimidos ya que por fin pueden sentirse identificados dialécticamente con un tipo de teatro dado a sus necesidades y que escarba más allá del mundo que están acostumbrados a vivir.
El teatro de fijación no podrá sostenerse por mucho tiempo y tanto sus autores como sus seguidores, tendrán gran decepción cuando despierten de su letargo.  Y hoy, que están en constante transformación con sus hechos, deben ir entendiendo que la vida es un devenir imparable.  Deben darse cuenta que vivimos en un mundo tenebroso que no ha podido superarse; las crisis se hacen cada vez más complejas para el sistema que las mantiene, ratificándonos en la necesidad de la transformación.
Un paso más que evolucione a la sociedad es inevitable, no podemos ir en contra de las leyes de la dialéctica porque es imposible, ni adormecernos para siempre en el amañado y aparente mundo de este sistema que promulga la lucha del hombre contra el hombre, pues no hay nada más cierto, real y concreto que la naturaleza del cambio y la materia.  Lo demás es vincularnos abnegadamente a las filosofías estacionarias y hacerle el juego a la opresión.
 “Esta filosofía dialéctica acaba con todas las ideas de una verdad absoluta y definitiva y de un estado absoluto de la humanidad, congruente con aquella.  Ante esta filosofía, no existe nada definitivo, absoluto, consagrado; en todo pone de relieve lo que tiene de caducidad y no deja en pie más que el proceso ininterrumpido del devenir y de lo transitorio.” (F. ENGELS, L. Feuerbach).

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