TEATRO DE FIJACIÓN:
UNA MÁSCARA QUE OCULTA LA REALIDAD
Segunda Parte
Por: L. F. Nikho
Los elementos que utiliza un “Teatro de Fijación” ponderan más y más
en el desentendimiento de la realidad social y el público se abisma hacia la
descarada incoherencia de un mundo sin motivación de cambio, que según la despistada
observación de los que promulgan “el fijismo”, siempre es y siempre
será el mismo.
El “Teatro de Fijación” simbólica quiere eternizarse y eternizar a un
sistema de oscuridad y tinieblas, amparado en la no evolución y desconectado de
la trascendencia científica; he ahí más que una forma de hacer teatro: una
táctica de artimañas con la que algunos culposamente cumplen el derrotero del
arte de las tablas, además una evidente falta de conocimiento de otros.
La ignorancia hace parte de todos nosotros, pero así mismo hay que
decir sin ningún tapujo, que unos somos más ignorantes que otros. Aunque existe un gran “pecado” (si es que se
le puede llamar así) en muchos dramaturgos, teóricos, actores y demás que
tengan que ver con el teatro: y es que su mismo afán de conocimiento les impide
ver con claridad el tema que ellos mismos proponen y desafortunadamente sus
sueños culminan en la servidumbre, postrados viviendo en la ignorancia y lo que
es peor, alimentando la ignorancia de los demás.
La fijación sólo conduce a la pasividad; es claro que la actitud de un
espectador no cambia en cuanto a su estado social después de una función, lo
que ha visto, sólo es un concepto trabajado para entretener y nada más. La cuestión social es en muchos casos
malinterpretada y en algunos otros, manipulada para que se tome como ejemplo de
verdadera propuesta y algo que es más grave todavía: al público se le dan
respuestas definitivas, lo que implica la no necesaria búsqueda de soluciones a
los problemas conflictivos de la lucha de clases o como mínimo, la no necesidad
de preguntarse.
La fijación hace daño al teatro y al espectador, aunque el arte no es
un trasformador de la realidad (directo), sí debe considerarse como una táctica
que ayuda, tanto a la denuncia de la falsa realidad, como a nuevas propuestas
que conduzcan (no que produzcan) a
un accionar consecuente del espectador.
Por lo tanto, el teatro de fijación debe eliminarse y empezar a
considerarse propuestas acordes a la realidad materialista dialéctica de la
sociedad y que influyan conscientemente, tanto en el espectador, como en todos los
que tienen que ver con la producción teatral.
Viene pues Brecht a la era científica a moldearnos un teatro
vinculador y diferente, comprometido indiscutiblemente con la ciencia e
iniciador de una u otra manera, del sepulcro del teatro de fijación.
Hay entonces, una esperanza muy grande para los oprimidos ya que por
fin pueden sentirse identificados dialécticamente con un tipo de teatro dado a
sus necesidades y que escarba más allá del mundo que están acostumbrados a
vivir.
El teatro de fijación no podrá sostenerse por mucho tiempo y tanto sus
autores como sus seguidores, tendrán gran decepción cuando despierten de su
letargo. Y hoy, que están en constante
transformación con sus hechos, deben ir entendiendo que la vida es un devenir
imparable. Deben darse cuenta que
vivimos en un mundo tenebroso que no ha podido superarse; las crisis se hacen
cada vez más complejas para el sistema que las mantiene, ratificándonos en la
necesidad de la transformación.
Un paso más que evolucione a la sociedad es inevitable, no podemos ir
en contra de las leyes de la dialéctica porque es imposible, ni adormecernos
para siempre en el amañado y aparente mundo de este sistema que promulga la
lucha del hombre contra el hombre, pues no hay nada más cierto, real y concreto
que la naturaleza del cambio y la materia.
Lo demás es vincularnos abnegadamente a las filosofías estacionarias y
hacerle el juego a la opresión.
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