EL TEATRO SOCIAL
Segunda Parte
Por: L. F. Nikho
Dos
aspectos que van ligados fundamentalmente al teatro son el aspecto humano y el
aspecto de sus relaciones sociales.
En
el primer aspecto, la ciencia de la antropología dispone de los mejores
argumentos. El estudio del hombre cada
vez nos revela con mucha más claridad lo que ayer nos era incierto; se
descubren nuevas cosas y nuevas preguntas surgen mostrándonos que la verdad de
hoy es la mentira de mañana.
El
hombre ha ido desarrollando su inteligencia a través de los miles de años,
arrastrando consigo la necesidad de cambio y proyectándose como un ser
evolutivo, trascendente, dialéctico y materialista; como un ser superior dotado
de inteligencia para analizar, crear y desenmarañar el complicado mundo en el
que vive.
Somos
un producto del azar que apenas hace unos siglos empezamos a comprender, y aún
la lucha por el sostenimiento de otras explicaciones anticientíficas siguen
deambulando por las mentes de muchos como un forúnculo aferrado y dañino. Ya a fines del siglo XIX Marx y Engels nos
enseñaban que el hombre es un producto de la sociedad y que el ser social
determina el pensamiento. No tratamos de
explicar aquí lo que otros ya han explicado, simplemente queremos recurrir a
los argumentos básicos y la relación directa que tiene el teatro con la
sociedad.
El
teatro, cientos de años anticipado al concepto marxista ya vive entre los
hombres haciendo gala de sus relaciones y testificando sus pensamientos y creencias. Así como la religión surge de la ignorancia
para explicar el entorno, de la misma manera, el teatro nace para mostrar
obediencia a los dioses. Más adelante
los conceptos teatrales van siendo más humanos y sólo las relaciones que
existen entre ellos –los hombres- empiezan a mostrarse con mayor
profundidad. Esto nos lleva a determinar
el segundo aspecto ligado al teatro y es el de las relaciones sociales
existentes entre los hombres.
El
teatro de hoy y de ayer sigue mostrándonos al hombre y aunque no sea este su
fin, ineludiblemente nos muestra al hombre y sus relaciones sociales; aunque
claro está, bajo argumentos equivocados y en su mayoría poco o nada
científicos.
El
concepto individualista es prioridad y esencia en las filosofías capitalistas
pero todo ello lo contradicen a la hora de explicar al hombre, pues lo admiten
como un ser social pero mutilan sus relaciones sociales con otros hombres. Quieren desconocer la clase, la lucha de
clases y las relaciones de producción que son el motor de la existencia humana. El antagonismo sólo es mostrado como caso
aislado e independiente, pues para el sistema lo mejor es hacer creer que todos
nos abrigamos con el mismo abrigo y lo demás es cuestión de suerte.
Pero
el teatro “quiere superase” y “ser neutral”; según muchos intelectuales del
teatro y del arte en general, están fuera de toda discusión, conflicto batalla.
Estos conceptos superficiales revelan a las claras la incapacidad y la
falta de compromiso de nuestros grandes teóricos, y es de éstos de donde la
academia tiene surgimiento y se alimenta para después ser repartida al mundo en
sus maneras y argumentos.
El
teatro está más lejos de esta realidad y Bertolt Brecht ya nos lo ha empezado a
demostrar con un teatro al estilo “auscultación
médica” en el que nos muestra no solo al hombre sino, a sus relaciones
sociales.
El
conflicto permanente entre las clases sociales hace necesaria una toma de
conciencia que coincida con las necesidades del momento histórico. El teatro debe actuar como un elemento
descriptivo mostrando al hombre y a sus relaciones sociales para ser enfocado y
educado hacia el conocimiento real de su posición en el mundo; he ahí que el teatro
está implicado en el conflicto porque de una u otra manera, hace parte de la
lucha de las clases sociales.
Brecht,
al vincular una nueva teoría para la escena, involucra concienzudamente a una
clase social en particular: la clase social del proletariado, queriendo
demostrar la aplicabilidad del marxismo, expone situaciones que inducen a
confrontar al espectador con su realidad y llevarlo a sacar la conclusión de
que esa realidad se puede cambiar así como el espectador hace parte de ese
cambio.
Un
teatro dialéctico de forma y contenido social que ya empieza a superar al
teatro contemporáneo clásicamente burgués y creando parámetros de distinción
ante este que lo identifican como el único teatro a ciencia cierta,
verdaderamente comprometido con las clases oprimidas.
Muchos
analistas ya han tomado al brechtismo de la manga intentando buscarle fallas
pero se les olvida a la hora de entrar en sus análisis profundos, que Brecht
era un marxista y que precisamente su gran aporte al teatro fue la vinculación
del marxismo a las tablas. Por lo que el
deber obligatorio de quienes se proponen analizar a Brecht es ir primero a
Marx, Engels, Lenin, Mao, etc.
He
ahí pues un teatro vinculado a la historia, a la dialéctica, al hombre y a la
sociedad; un teatro de antropología y de antropología cultural que se podría
resumir a partir de esos dos aspectos, obligando a hacer parte de la realidad
social correspondiente a una época determinada que siempre será contemporánea.
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