TEATRO ANTÍPODA

sábado, 3 de octubre de 2009

LA TRAGEDIA GRIEGA Parte I: El Hombre y su voluntad

La importancia histórica del teatro es manifiesta si ha de tenerse en cuenta que la tragedia griega de algún modo tiene que ver indirectamente con la literatura actual: la novela, la narrativa y la poesía.

Pues los personajes de la tragedia se debaten como seres humanos en un contexto casi real-terrenal si se tiene en cuenta anteriormente el teatro era un ritual de ditirambos dedicado al dios Dionisio. Los hombres hacen suyos sus problemas en la maraña de la vida diaria y tratan de resolverlos como lo que son: seres humanos. Seres humanos que reaccionan y actúan de acuerdo a situaciones productivas y a modos ideológicos del sistema dominante y que termina siendo el reflejo servil de la dominación antigua, o en ocasiones, reflejo del espíritu rebelde forjado por el calcitrante fuego de la injusticia.

La tragedia griega se fundamenta –aunque recónditamente- en la necesidad que tiene el hombre de expresar sus ideas sin la intervención de fuerzas etéreas que le permitan el don de la inspiración. Ya se avizoraba desde aquellos tiempos antiguos al artista con los pies sobre la tierra y a su adversario, el se autonombraba “mensajero de los dioses”… inspirado, compitiendo hombro contra hombro por mantener las cadenas o despojarse de ellas.

Ese dejo de libertad inauguró en el teatro a partir de la tragedia griega, un sentido más coherente y objetivo con la realidad cognoscitiva del hombre. Antígona y Edipo, no son pues, simples coincidencias anacrónicas en un imperio politeísta sino que, al contrario de una circunstancia histórica que sólo se le ve como cultural, es una leal manifestación política de un espíritu inconforme que le va dando crédito a sus sentidos y hablando con la voz del arte.

Con el tiempo, esto calaría con sus luchas y aspavientos, con sus contradicciones y revoluciones, con sus ismos y categorías, con sus tendencias y perspectivas en lo que es hoy el arte y la literatura, en todo su apogeo políticamente revolucionario y/o políticamente inconsecuente.

La tragedia griega se percató del hombre como hombre y como ser social dejándole a los dioses sus propios conflictos por la disputa del universo.

Cuando Pisístrato y Solón tiranos de la Grecia antigua, acometieron con la cultura “favoreciendo” a las clases populares, de seguro que sus intenciones de buenos gobernantes no contenían los propósitos de la igualdad y la extinción de las clases sociales.

Para mantener el poder, la cultura es un As bajo la manga que puede ser de gran ayuda siempre y cuando se le sepa utilizar. Y es claro que muchos gobiernos del mundo han comprendido este beneficio empeñándose en darle una “buena utilidad” y promoviendo todo lo que no les haga tambalear y buscando exterminar lo que contradiga sus ambiciones y aspiraciones de perpetuidad.

Este acontecer político de opresión y engaño se halla también –de modo disfrazado- desde los tiempos de Pisístrato y Solón quienes utilizaban el teatro para aplacar las masas de campesinos inconformes, prospectos de revolución.

Sin embargo, la historia desde la óptica burguesa deja entrever “las buenas acciones” de los ya mencionados tiranos so pretexto de magnificar su obra y hacerlos ver como gobernantes justos contrarios a la aristocracia. La tiranía (palabra tomada por los griegos de los lidios: tyrannos que significa gobernante) se adaptó a la figura política que asaltó a la aristocracia, ya que el tirano no era ni rey ni magistrado; lo que sucedió con el poder es que éste cambió de manos exageradamente autoritarias, a manos “moderadamente” autoritarias. Pisístrato y Solón se establecieron como gobernantes absolutos, lo que indica las verdaderas intenciones, reposadas en el poder. Y aunque de seguro, la transición de un estado opresor, a un sistema de total libertad, era imposible en aquel tiempo, lo mismo puede asegurarse en un estado de mayores libertades –aunque no totales- que el progreso del pueblo se caracteriza por ser más avanzado.

Sea como fuere, sigo recalcando la importancia de la tragedia antigua como motor inspirador a nivel del arte y la literatura, posibilitando al hombre el derecho de ser hombre y la capacidad de determinar sus designios.

Por lo cual esquilo, Sófocles y Eurípides a través de la tragedia y Aristófanes por medio de la comedia, dejaron un gran legado a la humanidad posterior y a su literatura: Edipo, Antígona, etc., son las tramas tejidas que hoy reconocemos en José Arcadio Buendía el loco soñador de los Cien Años de Soledad; o tal vez en Eugenio Rasticnac con su desesperado arribismo o en fin, tantos personajes de novelas inolvidables que constituyen un modelo de seres humanos cuyos destinos son laborados a conciencia por el hombre y sus relaciones sociales, ya sea como campesinos, obreros y todas las capas burguesas del capitalismo actual; ya sea como campesinos, clanes (gens), fratrías o tribus de la antigua Grecia.

L. F. Nikho

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