HACIA EL XXXIII FESTIVAL INTERNACIONAL DE TEATRO DE MANIZALES 2011:
Teatro Burgués para los Oprimidos
Por: L. F. Nikho
EL PAPEL DEL TEATRO EN LA SOCIEDAD
1-El Entorno De “La Ciudad Teatral”
Se dice que Manizales es una de las ciudades con mayor tendencia cultural en nuestro país. Puede que sea cierto este concepto (pecando de inmediatista), pero también resulta claro que la cultura difundida a través de los espacios de la ciudad, que en realidad son templos de la élite burguesa, muestran axiomáticamente que la cultura popular proletaria debe resignarse al concepto de las necesidades del sistema capitalista.
Los espacios donde se difunde un arte profesional calificado aunque existen, también suelen ser exclusivos para quienes tienen un futuro asegurado; pues un proletario debe pensar primero en sus obligaciones de subsistencia y después (si le es posible) en su capacitación académica, con lo que pueda ofrecer un trabajo de mayor calidad (mano de obra calificada).
Los artistas proletarios se ven obligados a depender del azar –lo que otros llaman “suerte”- y en la mayoría de los casos, a vender sus ideas, lo cual va transformando las aspiraciones libertarias en un producto más que va de mano en mano en el círculo vicioso de la oferta y la demanda, lo que hace felices a los de la sociedad burguesa. El artista proletario está sometido a ser títere de un sistema corrupto, opresor y despiadado en el que no tiene ni voz ni voto para la propuesta de transformación social. Han sido acallados cuando proponen, y sin embargo, se nota quietud en un mundo que a las claras está en constante movimiento y por ende, en perpetua transformación.
La problemática de la cultura en nuestro país, radica prácticamente en la visión de carácter mercantil que por medio de la clase burguesa sea hecho de ella. Se tiene la creencia del arte por el arte, sin tener en cuenta las posibilidades del hombre, quien en últimas y en primeras, es el que dignifica al arte.
En nuestro país no estamos exentos de estas circunstancias, por lo que nos encontramos con una cultura alienadora y si se quiere: adormecedora; las producciones artísticas acaban siendo un producto de entretenimiento que a la larga hace del artista y del espectador un ser pasivo, conformista y soñador que cree que todo ya está hecho y que entonces, ya no hay nada más por hacer, desembocando finalmente, en tontos útiles y títeres del sistema, decapitados para analizar nuevas propuestas para la transformación social.
Es necesario pues, propugnar por el reconocimiento y la validez de una cultura popular del, y para el proletariado y los campesinos; una cultura que se expanda hasta los lugares más olvidados y de los cuales existe un visible desentendimiento por parte del Estado.
2-La Problemática Y El Contexto
La burguesía tiene su propia cultura; tiene sus propios eventos culturales y de hecho, sus propios lugares para desarrollar sus ideas y formar a los individuos en sus necesidades egoístas y unilaterales. Nuestro país cuenta con gran cantidad de artistas. Algunos tienen la oportunidad de estudiar y ampliar sus conocimientos; pueden, en el futuro, desarrollar su actividad artística profesionalmente, pues un cartón lo certifica. Mientras otros, en su mayoría, deben aprender por su propia cuenta y diplomarse a través de las experiencias de la vida, después de “tirarse al ruedo” y llegar a ser grandes “empíricos de la cultura” reconocidos solamente por un puñado de personajes que suelen ser los mecenas morales que puedan brindar un apoyo simbólico.
Puede que la cultura esté abierta al fácil acceso de las personas; es innegable que la proliferación de eventos están a la orden del día y la satisfacción de diferentes gustos tanto para jóvenes niños y adultos. Conciertos de rock, música de cámara, festival de tango, de jazz, semana de la poesía, festivales internacionales, iberoamericanos y nacionales de teatro, etc. Al igual que lugares de formación como las universidades, escuelas formales e informales, academias, etc. Pero todo esto no es más que un sofisma de distracción en cuyo fondo muy escondido encontramos las artimañas de la burguesía para enfilar ejércitos de artistas sin criterio y concertadores intelectualoides que mantengan la pasividad en una ciudad que como tantas requiere todo lo contrario: la acción.
Estamos seguros que a través de la cultura social proletaria se pueden proponer nuevas alternativas de organización, divulgación y educación a las masas populares en un marco dialéctico materialista.
Sabemos que el empeño por una cultura netamente reconocida y admirada, es bastante difícil, pues para subsistir debe sostenerse en el mismo pueblo oprimido; empero, se hace necesario y fundamental que a partir de los sindicatos y organismos que luchen en pro de la justicia social, sean la principal base de apoyo y fuente que mantengan vivas las esperanzas de quienes quieren por medio de la cultura proletaria, contribuir con un eslabón más en la cadena que unifique los pueblos para la lucha en la transformación de la sociedad. Es necesario inculcar en la clase obrera la importancia del arte como divulgador de la realidad y como parte incuestionable de su formación ideológica, máxime, cuando cada día vemos a través de los hechos que la burguesía quiere imponernos sus ideas para mantenerse fortalecida. En estos momentos históricos no se trata de cuál cultura queremos, sino, de cuál es la que necesitamos.
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