Arquitectura
Por: L. F. Nikho
Al Comenzar el Día
6 A.M.
Revestido de coraje el obrero empieza el nuevo día,
recién despuntó la claridad bruñida de verano
y recién, los martillos empiezan a destajar la carne de la piedra;
cada cual en su sitio exacto
y cada uno en sus heridas,
pero todos oprimidos...
sin afanes, la fragua ardiente del cenit constriñe
y el cansancio emula a la indifenecia para hacerse fuerte
al fin y al cabo la parábola del arte,
es admirar el resultado sin reconocer el sacrificio.
Y de sacrificio, están hechos los días del obrero:
los que no reconocemos...
los verdaderos arquitectos del arte y la grandeza,
los que al final de cuentas,
en los libros no se cuentan...
Al Final del Día
6 P.M.
El agreste día me da la razón del sudor
y miro a los de allá, lejanamente
cual espectros marcados por un eslabón;
la sonrisa sufrible que ignora la conciencia
y la cara martirizada por el sol,
el triunfo de la jornada
es haberla concluido
con un callo más, con una herida,
con más horas a sus años
y más de la bendita experiencia que les "musculó" los biceps
y les jorobó la espalda.
Es necesario ser ráipidos pero perfectos,
la fiebre de arquitectura no los espera tanto,
y al concluir el día, de ellos depende el triunfo,
aunque de otros sea la gloria.
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