TEATRO ANTÍPODA

sábado, 31 de octubre de 2009

LA TRAGEDIA GRIEGA Parte II: Entre las Lágrimas y la Apariencia de la Realidad

Quizá el lector encuentre contradictorio el presente artículo que sucede al anterior, en el cual se hace referencia –por obvias razones ya explicadas- a la importancia de la tragedia griega.

Sin embargo, ha sido mi intención conciente llevar la contradicción de esta manera, que en cualquier caso, trata de estar implícita a un resultado coherente y unificado de un género que en sus días fue importante por su magnificencia literaria, artística y política y que, en pleno siglo XXI, sigue siendo importante por el legado indirecto de su historia y todo lo que ella implica, a otros géneros literarios y además, porque en el recóndito de su política hay una ambivalencia que sirve para esclarecer al hombre de su época o quizá, para hundir en el letargo al hombre del capitalismo.

La tragedia griega como la poesía antigua son sinónimos de mímesis; palabra griega que para nosotros es imitación. De tal modo que la tragedia griega, buscaba imitar la realidad y poner al hombre frente a la naturaleza; se ensanchaba el camino de la posibilidad y la democracia vislumbrando horizontes que fueron relegando al mito y a la leyenda a un plano no menos importante, pero sí, menos definitorio del quehacer diario de la sociedad.

La catarsis que significa purificar, liberar, por otro lado pero por el mismo camino, destaca en el hombre la sensibilidad interna, resultado de sus relaciones sociales, permitiéndole la liberación de su alma: el espectador sufre con el personaje; se conmueve con la acción representada ya que la tragedia griega expone el conflicto del sufrimiento humano; hace una tragedia de la tragedia misma.

Asistir a una obra trágica no era para los griegos un acto de entretenimiento sino, una acción purificadora (recuérdese que el teatro griego se inició como ritual sagrado).

Tras estos parámetros iniciales de siglos antiguos, la mímesis y la catarsis allanaron el camino del teatro realista del siglo XIX y siguen perdurando hasta nuestros días. Si en su tiempo estos aspectos fueron ápice de aplacamiento de las masas, hoy podemos asegurar que la situación no ha cambiado de fin, y que sí, al contrario, se ha materializado en el Realismo Sicológico.

Los adoradores de la escena actual son recurrentes a un sistema de entreno y puesta en escena que preconiza la aceptación del sufrimiento y la realidad con la concepción de lo incambiable.

Este sistema stanilavskiano, cuyo logro más importante es el de asesinar la reflexión intelectual de los espectadores, promueve una pasividad pasmosa y a su vez, la aceptación de una aparente realidad que se hace intransformable.

Para concluir, basta decir que la tragedia griega es importante por una literatura que anuncia al ser humano en la palestra de sus decisiones, vivencias y actitudes terrenales proyectándose en el reflejo político de su contexto histórico.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

POR FAVOR DEJE SUS COMENTARIOS AQUÍ