TEATRO ANTÍPODA

lunes, 16 de noviembre de 2009

DEL REALISMO AL REALISMO DIALÉCTICO Parte I: La Negación De La Negación

Deambulando en el todavía inconcluso devenir del arte burgués, se tropieza uno inevitablemente con conceptos deformados acerca del ámbito histórico y fundamentos que caracterizan al movimiento realista que tuvo su apogeo a partir de la segunda mitad del siglo XIX, aunque su génesis se fue desarrollando quizá desde el siglo XIII con la difusión del franciscanismo que insistió en atender la realidad cotidiana caracterizando la expresión artística de este período, en literatura, escultura y pintura. Aunque hoy todavía, cuando apenas empiezan a despuntar las primeras auroras del siglo XXI, los conceptos siguen siendo deformados y en muchos casos me atrevo a decir, intencionalmente.

Hemos de basarnos ciertamente, en que el Realismo ha evolucionado desde entonces hasta hallar su antítesis en el Realismo Dialéctico, producto de las contradicciones sociales que en la trascendencia de este tiempo se han sintetizado en las guerras mundiales, los conflictos internos de cada país y en las revoluciones de Rusia y China.

Con el advenimiento de la crisis del capitalismo, el Realismo, encrucijado en el laberinto de sus ideas burguesas busca por doquier una salida, ya que se siente atrapado en la amalgama de sus inventos y formulaciones que hoy por hoy ya no deberían tener asidero por cuanto carecen de vigencia científica y consecuencia, ante una sociedad que está abriéndose paso entre la selva irresoluta de los que predican la eternidad.

Esta situación ha desembocado en nuevas perspectivas del Realismo burgués que como enfermo crónico, se aferra a la vida deformada que inventa, con el último aliento de una clase social que todavía, en sus estertores, es dominante.

No se trata de plantear aquí, de ninguna manera, un demérito exacerbado y romántico de la condición del Realismo burgués y de sus corrientes que de un modo u otro son serviles al sistema capitalista.

Se trata, en todo caso, de asimilar con mayor criticidad las bondades de un movimiento del que se deriva una importancia grande para lo que es hoy el arte revolucionario.

Contrario a lo que puedan pensar muchos, el Realismo burgués tiene su relevancia en el derrotero histórico de la revolución y en la manifestación de las leyes de la dialéctica a nivel del arte.

(Habrán notado que repetidamente se habla del Realismo burgués; no obstante, podríamos referirnos solamente a la palabra Realismo sin acuñar la de burgués [Realismo burgués] y sus derivaciones [Naturalismo, Impresionismo, Realismo Sicológico, etc.], pero la razón por la que he insistido en principio, es para que quede implícito que el Realismo y el Realismo burgués son el mismo y que éste, tiene sus diferencias cualitativas a su vez, con el Realismo Dialéctico.).

El Realismo no es un movimiento surgido así porque sí como el ¡eureka! intrínseco de un individuo que, caprichosamente, se inventó una idea por fuera de toda razón y por fuera del marco histórico que le precedía.

El Realismo es el resultado de la objetividad burguesa que ya cimentaba sus bases en el mundo a través de una nueva forma de producción en el contertulio de una economía capitalista y de una infraestructura política basada en la explotación del hombre por el hombre.

Los rezagos humanistas de la Ilustración –propia del neoclásico-, vienen a hacer mella en los burgueses modernos asentados ya en el poder; los cuales buscan humanizar la opresión desbordada, dándole visos de aparente bondad y justicia a una problemática que ya se hacía exasperante con las sensiblerías de los burgueses del Romanticismo.

Sobre la faz de la tierra se iban desarrollando el método experimental, la industrialización y las ideologías revolucionarias: socialismo, comunismo, anarquismo. Para entonces el Manifiesto del Partido Comunista ya “recorría Europa como un fantasma, el fantasma del comunismo”; y es de entender que a nivel del arte, se asumieran en principio, los movimientos realistas que se acomodaban indisolublemente a las ideologías revolucionarias.

Pero el problema radica en que el Realismo nace desde la visión burguesa y aunque el ala liberal de ésta, criticara a la conservadora, no era su fin exterminar la lucha de clases sociales, sino, moderarla y amoldarla a sus intereses opresivos, con métodos pacificadores.

Pues era evidente que la explotación exagerada y descarada proveniente de la tenaza burguesa, no se podía ocultar; de hecho, las masas de obreros luchaban por mejores condiciones de vida y hacían suyas las nacientes ideologías revolucionarias del siglo XIX anteriormente mencionadas.

El Realismo, siendo un acto revolucionario en contra del Romanticismo (también expresión y consumo de la burguesía), tiene el efecto de negación de la negación. Es decir, el Realismo es la negación del Romanticismo que a su vez, niega al Neoclasicismo siendo éste entonces, la negación del Medioevo.

El Realismo construye sus bases a partir del Neoclásico que hizo lo propio respecto al período clásico de Grecia y Roma; el Romanticismo en cambio, se fundamenta en los preceptos del Medioevo caracterizando así la evidencia de la transformación en espiral y la negación de la negación en la dialéctica del ámbito cultural que la historia preside con sus períodos.

L. F. Nikho

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