I NECESIDAD DE DESMITIFICAR EL ARTE
Por: L. F. Nikho
Dentro de las posibilidades de un arte comprometido directamente con la lucha social, política y económica de los proletarios, no hay duda alguna de que son muchos los detractores en este sentido pero también, es evidente la falta de conocimiento y sobretodo de práctica por quienes de una manera u otra se encuentran vinculados a las diferentes manifestaciones artísticas, estancando y retardando lo que bien puede resultar siendo un brazo de lucha ideológica bastante importante.
Es verdad que un arte comprometido abiertamente dentro del sistema social capitalista que ya de por sí tiene rasgos revolucionarios (el arte comprometido), atraviesa por situaciones muy difíciles que obstaculizan su desarrollo –contrariamente sucede con el arte que pretende ser mostrado fuera de toda discusión social con el tan inmaculado concepto de “arte por el arte” que tiene la aceptación y el apoyo, academia e instituciones burguesas por cuanto no significa un peligro ideológico que le haga tambalear-. Pero estas situaciones no deben ser el aspecto definitivo para negarnos la posibilidad de hacer arte conciente y consecuente con las necesidades de la transformación de un sistema opresor como este.
Es necesario que la discusión sea ampliada y generada no solamente a partir de los artistas cuya conciencia de clase y nivel ideológico elevado buscan cambios progresistas, sino también, por los compañeros de avanzada revolucionaria dedicados a desenmarañar el escabroso camino de la lucha de clases, de la historia y del materialismo dialéctico, que el opresor ha tergiversado, ya sea por los medios represivos, ya sea por argumentos oportunistas, o bien por los medios ideológicos que tienen sus templos de alabanza en la religión, la academia burguesa (universidades, escuelas, colegios, etc.) y demás.
Hay ue desmitificar la idea de que el artista es un ser “tocado” por la flecha divina de la diosa inspiración y que así las cosas, es un ser neutral al que no le corresponde luchar ni tomar partido; el arte, por lo tanto, como consecuencia “divina” ¿acaso abría que encontrarlo en esferas sobrenaturales al alcance sólo de algunos hombres? La respuesta la encontramos a la vuelta de la esquina: el arte es consecuencia y reflejo de las relaciones sociales materiales; el arte no es de sí para sí; el arte es una idea avanzada del ser social que se manifiesta materialmente a través de los sentidos y que se corrobora continuamente con la práctica.
Nos parece ce que esa vieja idea del arte por el arte ya está mandada a recoger; no solamente es retrógrada y anticientífica, es también un concepto absurdo anquilosado de siglos pasados que los artistas de nuestro tiempo por desconocimiento, exegetas a un modo de CREACIÓN retardatorio, se empecinan defender con la fe ciega del inconsciente.
Por estas y muchas razones más, se hace necesario buscar las posibilidades de la proyección de un arte verdaderamente nuevo, acorde con la situación actual de nuestro país; situado dentro del marco de una línea política correcta y apoyado precisamente en las bases materialistas dialécticas e históricas de la sociedad ya que este es el único modo de ir trasegando hacia los caminos de la verdad.
No hay nada de raro en el arte, ni hachos sobrenaturales que lo avalen por encima de los hombres; sólo hay una “magia” preconcebida por los análisis que el cerebro hace del mundo material y que después transforma materialmente para que sea captada de una manera bella por los sentidos. Eso es el arte, el pulimento de la materia por algunos obreros capacitados en la sensibilidad y alimentados por los argumentos de la naturaleza.
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